¿Cómo sería el mundo sin objetos publicitarios? Retomamos la pregunta que lanzamos el año pasado porque siguen llegando más opiniones: esta vez, recoge el testigo Alain Genty de Francia:
«¡He aquí una pregunta interesante!
En tiempos más remotos (lo dice un veterano) todo o casi todo se producía localmente en pequeña escala y se vendía con cuentagotas. En nuestro actual siglo XXI, las cosas son un poco diferentes… la economía está globalizada, por lo que debemos pensar también de forma global. En nuestros días, las industrias deben producir a gran escala si quieren sobrevivir y que se mantenga el tamaño de los mercados.
Esto sólo es posible gracias a la tecnología del siglo XXI: Internet y otros medios de telecomunicación, a través de los cuales nos llegan mensajes publicitarios. Es aquí cuando intervenien los objetos promocionales. En una economia globalizada, los consumidores tienen la necesidad de sentirse escuchados y de que se les trate de forma personalizada.
Los objetos promocionales tienen la particularidad de «tocar» nuestros cinco sentidos y de facilitar el contacto con el cliente; el hecho de que sean regalados transmite asimismo una imagen positiva de la empresa.
Evidentemente, podríamos pasar de ellos. Después de todo, ¿cómo se lo hacían en la Edad Media? También podríamos pasar de la electricidad, de los teléfonos móviles, de los coches… En Corea del Norte, los artículos publicitarios son prácticamente inexistentes, pero ¿cuántos de nosotros querríamos vivir allí?»
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