He notado que los post que van de campañas de marketing callejero tienen mucho éxito y no son pocos los mails que he recibido al respecto.
Gente destrozando un hotel o el polémico robo del sillón en el congreso de nuestro presidente del gobierno ZP son dos ejemplos muy famosos del también llamado «marketing de guerrilla».
Con los consumidores bombardeados por 3.000 mensajes publicitarios al día, este estilo de marketing arrasa. Transgrede y da que hablar. Mínima inversión, máximo rendimiento.
Si os interesa el tema aquí tenéis un interesante artículo publicado ayer por Patricia Gosálvez en el diario «El País»: «¿Es esto un anuncio?»